Muy buenos días a todos/as los/as tertulianos/as:
Siguiendo con el tema de los nacionalismos y regionalismos, tema apasionante por cierto, he de decir que no se deben “mezclar las churras con la merinas”; es decir, no podemos meter en el mismo saco el orgullo que cada cual siente por su lugar de nacimiento y la cultura específica que ha recibido en función del ambiente social, tradicional o histórico de la tierra que le ha visto nacer y crecer (sentimiento que le dignifica) y por otro lado, el odio visceral que ciertos “españoles” sienten hacia España y hacia el resto de sus compatriotas, por el mero hecho de no haber nacido en el mismo suelo que ellos, de no compartir el mismo idioma o por no tener su misma cultura histórica; los extremeños y los castellanos, o los andaluces, por poner un ejemplo, no tenemos la misma forma de ser y no por ello nos odiamos. El conjunto de estos factores es lo que hacen de España una nación rica en valores humanos y le da un espíritu pluralista y abierto a todo tipo de relaciones sociales; esto es lo que le confiere el atractivo que sienten por ella los extranjeros que la visitan.
Yo no tengo nada en contra de los idiomas que hay en las distintas “regiones y nacionalidades españolas”; tampoco estoy en contra de las diferentes culturas que puedan tener estas parcelas de España, porque todo ello constituye una riqueza cultural para nuestra Nación. Otra cosa bien distinta es que muchos catalanes, mallorquines, vascos…, tengan una determinada manera descortés de comportarse con personas que no son de su entorno, o hablen en su idioma en presencia de alguien que no lo entiende; eso atañe, pienso yo, a la educación personal de cada uno y a los valores cívicos que tengan, como es el respeto que se debe sentir hacia los demás; pero en fin, allá cada cual con la educación que ha recibido y con la forma que tenga de comportarse. Sí estoy en desacuerdo absolutamente con la premisa que ponen algunos nacionalistas: “…estamos en Cataluña o Vascongadas y por tanto se tiene que hablar catalán o vascuence…”; rotundamente no. Yo más bien diría: “estamos en España y se debe hablar español”. El número uno va siempre el primero y en este caso, España, va siempre por delante de cualquier “región o nacionalidad” que la compone y forma parte de ella.
En otro apartado sobre el particular, debo decir que nadie tiene la obligación de asimilar y asumir una cultura que no es la suya, pero sí la tiene de respetar la forma de ser de las personas y el entorno social que las rodea y no debe actuar de manera contradictoria a estas costumbres y tradiciones. Hay un refrán muy antiguo que viene muy bien aquí: “allí donde fueres, haz lo que vieres”
Pero lo que más me preocupa de este tema, es el odio y el rencor (por supuesto, sin motivo) que sienten algunos catalanes y vascos hacia todo lo que se refiere a España y el separatismo (no nacionalismo) tan radical que quieren imponer; tienen verdadera fobia hacia todo lo español, cuando en realidad, lo único de deberían sentir es gratitud, porque de siempre han sido las regiones mimadas y privilegiadas del Estado Español y de ahí, entre otras cosas, que en la actualidad sean más florecientes que cualquier otra. Pero voy a más: el hecho más indignante e indecente de todo ésto, es que el gobierno de la nación esté permitiendo e incluso impulsando estos sentimientos y no haga nada en contra de estas actuaciones, que están minando la unidad de España, reconocida constitucionalmente, y todo ello por motivos electoralistas y de gobernabilidad.
La Constitución Española de 1.978, creó el Estado de las Autonomías, que definiéndolo de una manera algo simplista, podríamos decir que consiste en una descentralización relativa de los Poderes del Estado hacía las regiones: el Estado cede algunas competencias a los gobiernos autonómicos; pero ni que decir tiene, que la Soberanía radica en el Estado Español, que es al que le corresponden los tres Poderes, siendo el único titular de ellos.
Otra cosa bien distinta es lo que “algunos” quisieran y promueven que se instituyese en España: Un Estado Federal, donde la soberanía recayese en los estados miembros, pero esto, gracias a Dios, hoy por hoy, no deja de ser una quimera para los que piensan de esta manera.
Estemos ojo avizor para no permitir la destrucción de la unidad de España, que tantos sacrificios ha costado y tanta sangre se ha derramado para conseguirla.
Bueno, lo dejo porque me embalo y no sé cuándo parar.
Desde la capital de la provincia, un saludo para todos/as.
Alfonso.
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