Muchachos y muchachas.
Aller estuve de pesca en el pantano del Zújar, concretamente debajo del puente del arroyo Morchón.
Preciosa tarde de sol sin correr gota de aire por lo que favorece a la pesca con veleta “bolla”.
Sus aguas cristalinas impiden el pescar con cañas de ocho o nueve metros denominadas como cañas “cu”.
En el transcurso de la tarde y de puesto debajo del puente palomas por doquier vuelan de un lado a otro, tienen los pollos en las grandes viguetas de dicho puente a los cuales se oyen de alimentar con la calma que la tarde ofrece, los machos portentosos arrullan a las hembras y estas muy señoritas se hacen rogar para que el macho las pueda montar, se tiran desde el puente dando palmas con sus alas restallando en el cielo más azul adornándolo a su vez con peripecias, recortes y filigranas demostrando a sus amadas lo que ellos pudiesen hacer.
Ya a la caída de la tarde en el crepúsculo, una cosa curiosa que no había visto nunca, son cormoranes los que desde lo más lejos alcanza a ver mi vista, cada vez más cerca de mí con un vuelo pesado, pausado cogen velocidad para inclinar su pesado cuerpo y así incorporar sus pequeñas patas en las enormes viguetas del puente, son varios ejemplares los que se permiten un sitio al resguardo del hormigón fuera de todo depredador que en noches tranquilas los pueda aguardar.
Peces ninguno, pero que cacho de tarde, no la cambio por na del mundo, Saludos para todo.
Aller estuve de pesca en el pantano del Zújar, concretamente debajo del puente del arroyo Morchón.
Preciosa tarde de sol sin correr gota de aire por lo que favorece a la pesca con veleta “bolla”.
Sus aguas cristalinas impiden el pescar con cañas de ocho o nueve metros denominadas como cañas “cu”.
En el transcurso de la tarde y de puesto debajo del puente palomas por doquier vuelan de un lado a otro, tienen los pollos en las grandes viguetas de dicho puente a los cuales se oyen de alimentar con la calma que la tarde ofrece, los machos portentosos arrullan a las hembras y estas muy señoritas se hacen rogar para que el macho las pueda montar, se tiran desde el puente dando palmas con sus alas restallando en el cielo más azul adornándolo a su vez con peripecias, recortes y filigranas demostrando a sus amadas lo que ellos pudiesen hacer.
Ya a la caída de la tarde en el crepúsculo, una cosa curiosa que no había visto nunca, son cormoranes los que desde lo más lejos alcanza a ver mi vista, cada vez más cerca de mí con un vuelo pesado, pausado cogen velocidad para inclinar su pesado cuerpo y así incorporar sus pequeñas patas en las enormes viguetas del puente, son varios ejemplares los que se permiten un sitio al resguardo del hormigón fuera de todo depredador que en noches tranquilas los pueda aguardar.
Peces ninguno, pero que cacho de tarde, no la cambio por na del mundo, Saludos para todo.
Antonio, tú sí que sabes. Qué románticas estas palomas y qué bien lo explicas.