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ORELLANA LA VIEJA: Me imagino Antonio que seguirás contando la continuación...

LA MATANZA

La matanza, en la casa del labrador de Orellana, era algo más que matar un cerdo. Efectivamente la matanza era tener seguro gran parte del sustento del año, era una convocatoría familiar, días de compromiso con los parientes, un ejercicio de solidaridad, preocupación y mucho trabajo, sobre todo para las mujeres, un verdadero rito anual y una fiesta.
Comenzaba días antes preparando LOS AVÍOS: se cocían las calabazas, zanahorias, arroz y patatas que, mezcladas con la carne darían lugar a las riquísimas morcillas de distintas clases. Se pelaban los ajos, se acondicionaba las tripas de vaca y cuerdas, se preparaban las distintas especias: cilantro, perejil, clavo, pimienta, se picaba las cebollas, con los que se habían de guisar los embutidos. Se sacaban los MATOJOS que esperaban secos en el pajar hechos por el labrador con retamas después de la era, las mujeres habilitaban, con una buena limpieza, los calderos, calderas, baños albedriados, artesas y trébedes y, la noche de antes, el cabeza de familia recorría las casas de los parientes para AVISARLOS a la MATANZA. (Era señal de no estar a bien si no te avisaban)
Muy temprano, de madrugada, todos se ponían en pie y se hacía una buena lumbre, que había de durar todo el día, y se esperaba a los invitados a quien se recibía con unas buenas copas de aguardiente. Una vez reunidos todos, los hombres arrastraban al cerdo, que emitía grandes gruñidos, y lo echaban sobre el BANCO DE MATAR. Los brazos fuertes de los mozos lo sujetaban hasta inmovilizalo y el MATAÓ, con un cuchillo y mucha habilidad, le partía el corazón terminando con su vida en unos instantes. El chorro de sangre que manaba del costado iba cayendo en un caldero y una mujer lo movía a gran velocidad con una vara para evitar que se cuagulase y ser apta así para las morcillas LUSTRE o de sangre.
Después uno, aplicaba los MATOJOS encendidos con pequeños golpes a la piel del cerdo y otros, con cuchillos o alguna sarten vieja, la raspaba quitando las ampollas y logrando pelarlo completamente.

Me imagino Antonio que seguirás contando la continuación de la matanza, yo te diré, que recordaré siempre el momento que a los chuiquillos nos daban el morro, nos lo asaban los mayores y en una cesta nos metian los "morros" y las "quijás" un trozo de pan "bobo" y ala a los resvalaeros, junto al castillo montalban, recuerdo que el mayor de mis primos que era Jorgin ó bien mi primo Tani, eran los que nos lo repartian, a partes iguales, un trozo del cielo la boca para tí otro para este....., un trozo de ternilla para tí, otro para aquel, otro........, luego a jugar a la "catarroma" y al "mocho", antes no habia cocacolas y demás refrescos, los habia, pero eso era un lujo, cuando teniamos sed, nos echabamos a pecho sobre el arroyo de los "sajibes" y a beber se ha dicho, y aquí estamos inmunizados contra cualquier alergias ó enfermedad que ahora son tan comunes entre las gente menuda, que tiempo de matanzas, que recuerdos, que emociones, ya no es igual, sabes Antonio, lo digo porque ya tiene uno que echar una mano, buena las dos, y darse un buen tute de trabajar, prefiero las matanzas de mi niñez, era como más llevaderas jejeje.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Pues sí Mariano, continuaré con la MATANZA y trataré de describirla lo mejor que me acuerde. El MORRO merece un capítulo aparte, aunque ya tú lo has puesto casi todo. Lo que pasa que tendré que escribirlo para que MAriquillo lo meta en el CD y quede constancia. Como tú bien dices merece la pena recordar y refrescar aquellas costumbres porque puede pasar lo que decía Gabriel y Galán " ¿Ondi jueron los tiempus aquellus que pué que no guervan...?"
Lo que sí sugiero a los foreros es que, cuando recuerden ... (ver texto completo)