Envidia la mía, que teniendo tres nietos preciosos no puedo disfrutar de ellos, porque están en la otra punta de Europa. No me siento vieja, a pesar de pasar el hemisferio del siglo, pero sí un poco vacía, porque, al igual que yo tuve la suerte de disfrutar y aprender de mis abuelos, yo esperaba hacer lo mismo con mis nietos, pero la distancia lo impide y no sabes el dolor que siento en los brazos, de no poder abrazar y en los labios de no poder besar. Por eso animo a los abuelos que tengan cerca a sus nietos que los diisfruten, los hagan partícipes de sus recuerdos y experiencias. Ellos son nuestro rastro de nuestro paso por el mundo. (Jolines, que rollazo acabo de meter. Lo siento, es que estoy un poquito baja de moral.)