En la
montaña, los mastines llevan collares anchos con púas de hierro que les sirven de protección contra los lobos cuyo instinto les hace tirarse al cuello y a la garganta de los perros. La ferocidad de los mastines disuade a las personas de cruzar por los rebaños: si pasas demasiado cerca de un rebaño protegido por un perro, éste te ladra ferozmente y te persigue durante un buen trecho hasta que dejas de ser una amenaza para las
ovejas.