Sería muy fácil sugerir que el uso tradicional que se viene dando a la tierra en Extremadura se conservase como parque temático vivo en el que no tendría que cambiarse nada. Pero eso no sería posible, ni práctico, ni deseable. Tienen que producirse cambios si se quiere que los extremeños que quedan no abandonen el campo para marcharse a las ciudades. No obstante, los cambios deben de ser de bajo nivel tecnológico y a pequeña escala.
Extremadura tiene mucho que ofrecer a los forasteros. Su paisaje es hermoso. La región posee un carácter único. Sus edificios abarcan una gama histórica que comienza desde el Imperio Romano. Posee especies vegetales y animales que figuran entre las más interesentes y variadas de Europa. Tiene también un potencial turístico claramente desaprovechado. Nunca atraerá a tan gran cantidad de turistas como la Costa Brava, pero sí que aporta grandes atractivos para los turistas que saben distinguir y desean conocer el lugar sin que ello vaya en detrimento del mismo.
Sin embargo, los responsables de promover aquí el turismo deben procurar mantenerlo en una escala reducida y tener mucho cuidado a la hora de promover grandes hoteles internacionales, construir parques temáticos y mejorar las carreteras, pues todo eso podría estropear la sensación de lejanía que constituye gran parte del atractivo de la zona.
Sin embargo, los responsables de promover aquí el turismo deben procurar mantenerlo en una escala reducida y tener mucho cuidado a la hora de promover grandes hoteles internacionales, construir parques temáticos y mejorar las carreteras, pues todo eso podría estropear la sensación de lejanía que constituye gran parte del atractivo de la zona.