Cada vez que contemplo la majestuosidad de árboles similares a la encina "Terrona" o al castaño "El Abuelo", siento un vértigo sobrecogedor frente a estas verdaderas entradas al túnel del tiempo, que permiten imaginar el paso de los siglos sobre su recias cortezas. Si logramos abstraernos de la prisa del reloj, es posible percibir que sus indiferentes troncos son mecidos por un delicado ritmo, poético y musical, sobre el que se intuye una luminosa melodía llena de armónicos acordes que proporcionan el sosiego equilibrado que caracteriza a la orquesta de la Naturaleza.