“Que mi oración suba hacía vos mí Señor, como el incienso que arde en vuestra presencia. Además, el alma que es la hija y la imagen del Señor mismo se deleita con estos perfumes y con esta fumigación tomándolas por las ventanas de la nariz por donde ella penetra en el hombre. Y por lo que dice el testimonio de Job, salen unos espíritus vivaces que no pueden ser retenidos en el corazón del hombre por que está caliente la sangre por la bilis y el trabajo. Por ello muchos estiman que el olfato es el más lleno de vida y el más espiritual de todos los sentidos. Además, los humos y la unción de los sacrificios penetran y abren las puertas de los elementos y del cielo a fin de que el hombre pueda ver y conocer todos los secretos del creador. Conocer las cosas del cielo como son los ángeles y los espíritus de las cavernas y de los abismos. Conocer las fuentes en parajes desérticos, para hacerlas que vengan a comparecer y obedezcan. Apaciguan también a los espíritus y los atraen como el imán atrae al hierro y los juntan con los elementos. Hacen que los espíritus tomen cuerpos, tanto más, cuando el cuerpo espiritual engorda con ello. Ellos viven de los vapores de la fumigación y de los olores de las libaciones. Hay que evocar a los espíritus las salamandras, los silfos, ondinos y gnomos”.
Luego la videncia y el maleficio.
Después la gran operación con el siguiente ritual.
El que aconseja las evocaciones en pleno aire en el bosque y por la noche.
Mejor en un lugar de dólmenes que estén en círculo para que sea un lugar perfecto para la evocación mágica.
O el subterráneo de un castillo ó casona antigua.
Haciendo en esos lugares ritos, hechizo de amor, de curación ó de odio.
El que aconseja las evocaciones en pleno aire en el bosque y por la noche.
Mejor en un lugar de dólmenes que estén en círculo para que sea un lugar perfecto para la evocación mágica.
O el subterráneo de un castillo ó casona antigua.
Haciendo en esos lugares ritos, hechizo de amor, de curación ó de odio.