Buenas tardes Crispulo,
Feliz tarde y una feliz Navidad, que la disfrutes en compañia de tu familia
Un fuerte abrazoooooooooooooooo
Al tiempo que pasa
de Vicente Wenceslao Querol
¡Huye el tiempo veloz! Rápido avanza
llevando en raudo vuelo
la ilusión, la hermosura y la esperanza,
el grato afán, y el incansable anhelo.
¡Huye el tiempo veloz! ¿Quién su carrera
podrá atajar? ¡Ni el ruego, ni el suspiro
del amor o el dolor! La primavera
llega, y en veloz giro
pasa ya, y los ardores del verano
huyen con el retoño
del árbol tierno, cuando anuncia cano
al triste invierno, el moribundo otoño.
Feliz tarde y una feliz Navidad, que la disfrutes en compañia de tu familia
Un fuerte abrazoooooooooooooooo
Al tiempo que pasa
de Vicente Wenceslao Querol
¡Huye el tiempo veloz! Rápido avanza
llevando en raudo vuelo
la ilusión, la hermosura y la esperanza,
el grato afán, y el incansable anhelo.
¡Huye el tiempo veloz! ¿Quién su carrera
podrá atajar? ¡Ni el ruego, ni el suspiro
del amor o el dolor! La primavera
llega, y en veloz giro
pasa ya, y los ardores del verano
huyen con el retoño
del árbol tierno, cuando anuncia cano
al triste invierno, el moribundo otoño.
Feliz Navidad
Para Victoria Serna
Sé que un día llegará
en que tu cuerpo y el mío,
aferrados más que unidos,
querrán dejar de ser dos
en firme abrazos fundidos.
Sé que un día llegará
en que mi cuerpo querrás
tu amor de sed apagar;
sé que vendrás a mis brazos
sin más vestido que aquél
con que de día a escondidas
forjo ahora mi placer,
sabiendo que en él escondes
de noche tu desnudez.
También se que para entonces,
alejado tu cuidado
y tus temores vencidos,
podré, al fin, recompensado,
hacer tus ardores míos.
Pero saber renunciar
al canto de los deseos,
es saber determinar
la amistad que yo te tengo.
Para Victoria Serna
Sé que un día llegará
en que tu cuerpo y el mío,
aferrados más que unidos,
querrán dejar de ser dos
en firme abrazos fundidos.
Sé que un día llegará
en que mi cuerpo querrás
tu amor de sed apagar;
sé que vendrás a mis brazos
sin más vestido que aquél
con que de día a escondidas
forjo ahora mi placer,
sabiendo que en él escondes
de noche tu desnudez.
También se que para entonces,
alejado tu cuidado
y tus temores vencidos,
podré, al fin, recompensado,
hacer tus ardores míos.
Pero saber renunciar
al canto de los deseos,
es saber determinar
la amistad que yo te tengo.