Buenos días San Pedro de Mérida
Predicar en desierto es como aconsejar a un muerto.
Prepárate para lo peor; lo mejor se cuidará de por sí.
Primero la obligación y luego la devoción.
Prometer, prometer hasta meter, y una vez metido, nada de lo prometido.
Puede uno entender como un ángel y seguirá siendo un demonio.