Dios se vale muchas veces de los débiles para abatir a los poderosos.
El odio virulento y larvado hacia el prójimo es la expresión del dolor de uno mismo.
El que no sabe de nada no duda de nada.
Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos.
La madurez es aquella edad en que
uno ya no se deja engañar por sí mismo.
uno ya no se deja engañar por sí mismo.