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SAN PEDRO DE MERIDA: ¡Oh Padre! ¡De cuántos males no librarías a los hombres...

Compenétrate en cumplir los preceptos, pero atiende a dominar las necesidades de tu estómago y de tu sueño, después los arranques de tus apetitos y de tu ira.

Y no dejes que el dulce sueño se apodere de tus lánguidos ojos sin antes haber repasado lo que has hecho en el día:

¡Oh Padre! ¡De cuántos males no librarías a los hombres si tan sólo les hicieras ver a qué males obedecen!