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SAN PEDRO DE MERIDA: La muerte ni el perdón de un cura no libra a los ladrones...

Estas cosas hazlas en la medida de tus fuerzas, pues lo posible se encuentra junto a lo necesario.

Haz pues lo que no te dañe, y reflexiona antes de actuar.

Porque sin advertirlo los castiga la discordia, su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.

La muerte ni el perdón de un cura no libra a los ladrones del infierno