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corte, como no pudiste estar te mando esto para que lo veas.
¡INCERTIDUMBRE!
AHOGO
Avanza ese sabor amargo de tiempos engrosados con luceros negros
intranquilizando sin retorno la felicidad y prosperidad del hombre serio,
suenan las trompetas de los siete ángeles del céfiro de la eterna savia
envolviendo la tierra prometida de tristeza sempiterna de agobio seco,
el alumbre de la luz ramplona refleja las sombras del límite de la flama
que oscura pretende congelar el aire frio de la tarde que muere sin fe.
TRANCE
Recojo mi tierra que tiene frio y la caliento empellándola en las manos
como si ella fuese la hija mía que sufriera del hombre los malos tratos,
el viento me cuenta que el ejido, con el trigo, se agostaba sin remisión
el pueblo esperaba extrañado el hambre retorcida en sentido del valor,
aleteos desesperados e inertes para que el padre de vida sane el dolor
de la miasma de un vientre vacio y seco de la sed, de hambre y sudor.
ACOSO
No toques nada y entrega el tiempo yermo de un alma desnuda, sin fe
que al ocaso golpea desesperada a las puertas de la desgracia humana,
cuando los vientos saturados de inclemencias aletean furiosos en vacio
como la madre que olvida a un hijo por el hambre que siembra el ansia,
en aquella sombría época cuando lo obscuro envolvía de hedor el lecho
aunque estuviese bordado con la mano beata de la majadería del saber.
ASEDIO
He renunciado a luchar por obtener un pedazo de la harina ligada al pan
dejando que la usura del hombre me lleve al sendero de la muerte fría,
que tranquiliza mi legado respiro si recibe el póstumo hálito de justicia
cuando el ser humano que es eterno se esparza en la materia obscura,
para presumir ante Cristo que un día era hombre en una Tierra perdida
en los insondables confines de un extraordinario torbellino de estrellas.
CERCO
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
7 de diciembre 2011
AHOGO
Avanza ese sabor amargo de tiempos engrosados con luceros negros
intranquilizando sin retorno la felicidad y prosperidad del hombre serio,
suenan las trompetas de los siete ángeles del céfiro de la eterna savia
envolviendo la tierra prometida de tristeza sempiterna de agobio seco,
el alumbre de la luz ramplona refleja las sombras del límite de la flama
que oscura pretende congelar el aire frio de la tarde que muere sin fe.
TRANCE
Recojo mi tierra que tiene frio y la caliento empellándola en las manos
como si ella fuese la hija mía que sufriera del hombre los malos tratos,
el viento me cuenta que el ejido, con el trigo, se agostaba sin remisión
el pueblo esperaba extrañado el hambre retorcida en sentido del valor,
aleteos desesperados e inertes para que el padre de vida sane el dolor
de la miasma de un vientre vacio y seco de la sed, de hambre y sudor.
ACOSO
No toques nada y entrega el tiempo yermo de un alma desnuda, sin fe
que al ocaso golpea desesperada a las puertas de la desgracia humana,
cuando los vientos saturados de inclemencias aletean furiosos en vacio
como la madre que olvida a un hijo por el hambre que siembra el ansia,
en aquella sombría época cuando lo obscuro envolvía de hedor el lecho
aunque estuviese bordado con la mano beata de la majadería del saber.
ASEDIO
He renunciado a luchar por obtener un pedazo de la harina ligada al pan
dejando que la usura del hombre me lleve al sendero de la muerte fría,
que tranquiliza mi legado respiro si recibe el póstumo hálito de justicia
cuando el ser humano que es eterno se esparza en la materia obscura,
para presumir ante Cristo que un día era hombre en una Tierra perdida
en los insondables confines de un extraordinario torbellino de estrellas.
CERCO
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
7 de diciembre 2011
