Perteneció al señoría de
Feria, de los Figueroa.
Después de la Reconquista
Solana de los Barros fue entregada a la Orden del Temple, lo que originó conflictos con la ciudad de
Badajoz, que consideraba la aldea de su pertenencia. Durante las guerras hispono-portuguesas del siglo XIV resultó arrasada repetidamente, lo que dificultó su desarrollo. A mediados del XV, cuando se encontraba prácticamente abandonado, el lugar se integró en el Señorío de Feria en tiempos del segundo Gómez Suárez de Figueroa, quien impulsó su repoblación en término de refundarla casi de nuevo como aldea dependiente de la vecina y poderosa Villalba. Sometida a nuevos arrasamientos por parte de los portugueses, en el siglo XVII se encontraba otra vez en acusada decadencia. En esa época la propia
iglesia parroquial aparece casi destruida, celebrándose los cultos en la hoy desaparecida
ermita de Los Mártires.