Para circular por el carril de la derecha no es necesario ser cristiano, ni bueno, que no hay muchos, ni malo ni regular, que son las mayoría; sólo hay que ser un poco consciente y respetar a los demás, tanto si son españoles, como extranjeros y, que yo recuerde, ni en el nuevo ni en el viejo testamento, se dice que se deba hacer escarnio de las personas, insultarlas, o maltratarlas de palabra u obra.
Como tú sabes mocita, nosotros los duendecillos que nos separamos demasiado jóvenes del calor del regazo maternal y por ende del resto de amigos y familiares, la inmensa mayoría no hemos sido insultados ni vituperado de ninguna de esas maneras por la gente de los sitios donde fuimos a parar y, a no ser que con los nuevos tiempos que están corriendo y al haberse convertido nuestras Españas en un País receptor en lugar de emisor de almas humanas, con los mismos derechos, necesidades y obligaciones que nosotros teníamos en aquellos ya lejanos, y por algunos, olvidados tiempos, hayamos olvidado también aquello que decían los Evangelio de; amarás a tu prójimo como a ti mismo, y hayamos cambiado tanto tanto, en parte debido a la solidaridad de los habitantes de esos otros países españoles y europeos quienes, aparte de no despreciarnos por nuestra condición de emigrantes sometidos a una cruel dicatadura, nos dieron trabajo y entre otras cosas, no enseñaron en qué consistía eso de la libertad, la fraternidad y los derechos humanos colectivos e individuales.
Te digo todo esto, porque la xenofobia rampante que ahora está otra vez levantando la cabeza, igual que el fascismo, no desperdicia ocasión para descargar sobre estos nuevos inmigrantes todas las frustraciones acumuladas en los cerebros de gente que, ni siquiera saben el desgarro familiar y humano, que cada uno de ellos arrastra detrás.
Claro que, circular a sesenta quilómetros hora por el carril central de una autovía de tres donde el límite máximo de velocidad está permitido hasta 120, denota cierto pasotismo y desprecio hacia los demás usuarios, y a sus vidas, pues son causa frecuentísima de accidentes, aparte de obstaculizar la marcha normal de todos. Este comportamiento, es muy propio de quienes sólo ven el mundo a través de la redondez de su propio ombliguito y cuyo lema es: ande yo caliente y que se joda la gente.
Nos queda el carril de la izquierda, sea cual sea la vía, el de los atropelladores, esos que se te pegan a la culata y si te descuidas, te echan de la calzada a base de empujones Los típicos engreídos que, a bordo de un vehículo con un motor más o menos potente, piensan que una vez subidos a ellos, sus testículos y apéndice meatorio, han engordado o crecido en forma proporcional al costo de su chatarra motorizada. Estos, a veces, disfrutan de una situación económica desahogada y para distraer su ocio, algunos, también se compran unos hermosos alazanes a cuyos lomos, se sienten como el Cid Campeador después de hacerse con el control del Reino de Valencia. Pero entre ellos, también hay mucha pobre gente, demasiadas para mi gusto: los del quiero y no puedo.
No sé por qué te cuento todas estas tonterías mías, igual es, porque cuando vamos a buscar lana, hay veces en que salimos trasquilados y que algunos, los que te degollaron y te dejaron manquita de tu brazo izquierdo (qué casualidad) y ahora te tienen tan sucia y abandonada, puede que fueran de la misma clase de esos que iniciaron el toma y daca de la pasada feria en La Torre de Miguel Sesmero.
Otra cosa, me agrada oír decir a un señor que él es cristiano, ojalá que sea cristiano, eso es bueno, a no ser, que sea de los que queman libros o degüellan a sus semejantes porque no lo son o, de los que se creen que las iglesias son suyas o, de los que meten a un dictador en ellas bajo palio.
Salud.
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