Si en tu infancia tenia ya un candado, en la mía que por lo menos soy ocho años o más que tu, aún estaría más, en cambio donde si me acuerdo que entrábamos mucho era en el cementerio, no lo corríamos todo de arriba abajo e incluso nos metíamos en el osario y trasteábamos con los huesos de los muertos, y como siempre acompañada de nuestra querida Magdalena.
Un abrazo .
Charo
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