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VALENCIA DEL MOMBUEY: PARA “JARA” La fotografía numero 9 de este foro,...

PARA “JARA”

La fotografía numero 9 de este foro, se refiere a un melonar y “Jara”, al que no tengo el gusto de conocer, pero no pierdo la esperanza de conocerlo algún día, porque creo tener algunas cosas en común con él –“al menos ambos éramos cazadores y pescadores furtivos”–, hace un comentario respecto a dicha fotografía en el que, copiado textualmente se lee: “¡Qué triste es un melonar sin comentario”!.

Amigo Jara, A la vista de tu opinión, voy a hacer dos comentarios referidos a melonares.

En el giro que le correspondía estar arado, era en el que se podía sembrar un melonar y en el año 1951, estaba arado el del arroyo de los Charcos del Campillo, en el que sembró mi padre uno a un km. Aproximadamente por bajo de la pista que, en dirección a Zahinos, atraviesa dicho arroyo, en cuyo lugar lo volvió a sembrar también en el año 1957. En ambos casos tuvimos la residencia en un “palacio” hecho por mi padre, debajo de una encina, en el que nos alumbrábamos con la luz de la luna, cuando la había, porque no teníamos ni aceite para el candil.

En el año 1952, sembró mi padre otro melonar en la pequeña vega que hay a unos 100 metros a derecha por encima de la huerta de la “Herrumbre” (Creo que su verdadero nombre es del Arrumbre), donde todavía no existía una choza, cuyo “pedrizo” podemos ver hoy día y en la que también residí en el año 1956. (Lo recuerdo perfectamente porque en ese año murió mi abuela paterna).

En el año 1951, fecha en la que tuvimos el melonar, la “residencia”, –con los mismos lujos y comodidades que en los Charcos del Campillo–, la teníamos debajo de la primera encina que hay a unos 150 metros a la izquierda siguiendo el pequeño arroyuelo por encima de la huerta de la Herrumbre. Es una encina con el tronco hueco y debajo de la que pasé una de las peores tormentas que yo recuerde.

Pues bien, dices que “es triste un melonar sin comentario” a lo que te respondo que tienes razón, pero es mucho más triste vivir debajo de una encina en un “melonar sin melones”, porque como no había ni agua lo que cogíamos, más que melones, eran lo que en Valencia llaman “reculos”.

Un admirador de Valencia y de su gente.