ANECDOTA OCURRIDA EN EL CINE "EL PINO"
Cuando allá por el año 1955, (año más o menos), hicieron el cine en Valencia, se proyectaban películas todas las noches y como en el pueblo, al menos los que no habían salido de él que, naturalmente, en aquellos años eran muchos, no habían visto nunca el cine, pues aquello fue una novedad y puede decirse que era la única, dijéramos diversión, que había en el pueblo.
Pues bien, una noche que proyectaban una película del Oeste, se veía una panorámica y a lo lejos gran cantidad de reses vacunas que comenzaron a correr hacia los espectadores y a medida que se aproximaban parecían dar la impresión de que se iban a salir de la pantalla en cuyo momento uno de los asistentes, se levantó de su silla diciendo: ¡"Hos_ias, que esto ya no es lo mismo!" y salió por el pasillo del cine de invierno, como alma que lleva el Diablo, sin mirar siquiera para atrás y se marchó del cine. "¡Vamos, que no estaba dispuesto a que le cogiera el toro...!"
¡Ah pillines! Ya sé lo que estáis pensando. Que eso me sucedió a mí, pues no; cuando pusieron el cine en Valencia yo ya había visto algunas películas.
Esta anécdota que cuento es rigurosamente cierta.
Un admirador de Valencia y de su gente.
Cuando allá por el año 1955, (año más o menos), hicieron el cine en Valencia, se proyectaban películas todas las noches y como en el pueblo, al menos los que no habían salido de él que, naturalmente, en aquellos años eran muchos, no habían visto nunca el cine, pues aquello fue una novedad y puede decirse que era la única, dijéramos diversión, que había en el pueblo.
Pues bien, una noche que proyectaban una película del Oeste, se veía una panorámica y a lo lejos gran cantidad de reses vacunas que comenzaron a correr hacia los espectadores y a medida que se aproximaban parecían dar la impresión de que se iban a salir de la pantalla en cuyo momento uno de los asistentes, se levantó de su silla diciendo: ¡"Hos_ias, que esto ya no es lo mismo!" y salió por el pasillo del cine de invierno, como alma que lleva el Diablo, sin mirar siquiera para atrás y se marchó del cine. "¡Vamos, que no estaba dispuesto a que le cogiera el toro...!"
¡Ah pillines! Ya sé lo que estáis pensando. Que eso me sucedió a mí, pues no; cuando pusieron el cine en Valencia yo ya había visto algunas películas.
Esta anécdota que cuento es rigurosamente cierta.
Un admirador de Valencia y de su gente.
