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VALENCIA DEL MOMBUEY: PARA ZAOS Pues no Zaos, no he visto la carbonera,...

PARA ZAOS

Pues no Zaos, no he visto la carbonera, pero de lo que sí estaba seguro era de que la ladera me era muy conocida y, tratando de refrescar un poco la memoria, llegaba a la conclusión de que no podía ser otra más que la que, en realida es.

Cada vez que veía la fotografía pensaba: Las jaras que se ven en la parte superior están en la cima de la ladera, por donde discurre la pared, que delimita la frontera entre España y Portugal.

Los árboles que se ven en la parte media derecha de la fotografía, deben ser de una huerta, cuyo nombre no recordaba. Ahora sé que era o es de Alonso, porque me lo has dicho tú.

Me parecía que, por la configuración del terreno, entre los árboles y la ladera discurriría el pequeño arroyo que proviene de la "Huerta del Cura", que está un poco más arriba, a la izquierda del terreno que se ve en la fotografía.

Todo ello, unido a que he guardado muchas veces ovejas, que no eran mías, en el citado paraje, hacía que me resultara conocido aunque, como es natural, no lo podía asegurar; no obstante, tenía la casi completa seguridad de que era la ladera que ya sabemos.

Y a propósito de todo ello, te voy a contar una anécdota que viví en dicha ladera, posiblemente en parte del terreno que se ve en la fotografía:

Estábamos guardando ovejas otro y yo, cada uno con un rebaño y, en un momento determinado vimos que un perro, propiedad del otro, que podríamos decir que cabía en un bolsillo por lo pequeño que era, rodaba la ladera abajo, dando tumbos, arrastrado por una liebre. El dueño del perro salió corriendo y logró apresar la liebre.

¿Qué había ocurrido?. Pues muy sencillo, que el perro vió a la liebre acostada, la mordió por las orejas y la liebre salió corriendo, arrastrando al perro que no la soltó. ¡Cómo corría la liebre arrastrando al perro y como corría el pastor detrás de ellos hasta que cogió la liebre!. Parecerán tonterías, pero son cosas que uno ha vivido.

Y en cuanto a lo de maestro nada, Zaos. Más bien un simple alumno de los menos aventajados. ¡Qué más quisiera yo que poder dar lecciones a alguien!, pero todavía me queda mucho por aprender y, como dice el refrán, ya va estando duro el forraje para hacer pitos.

El campo de Valencia es cierto que lo conozco bastante bien, aunque no tan bien como yo quisiera; desearía conocerlo mejor porque es muy bonito y si lo conozco, relativamente bien, es debido a que en los pocos años que estuve en él, residí en su término en veinticuatro majadas diferentes, cuando no en un simple sombrajo, debajo de una encina, al lado de algún melonar que sembró mi padre.

Un admirador de Valencia y de su gente.