Valencia puede ser vista de muchas maneras. A mi me llama la atención una: por ella no se puede pasar. O se va, o no se va. Eso si, una vez llegas te puedes quedar. De hecho te invita a que te quedes. Porque Valencia ya no es una tierra de salir, como lo fue durante tantos y tantos años. Ahora es una tierra de venir.
La quietud del tiempo aquí no pasa porque no hay quien lo mueva ya que, los que hacen que el tiempo transcurra son los que vienen y los que se van. Los que transitan. Y en Valencia, como hemos dicho, no es tierra de paso. Hay quien llega y se va. Y también hay quien se queda y echa raíces para siempre.
De hecho, lo mejor de Valencíta son sus gentes. Son hospitalarios. Es una hospitalidad auténtica, y lo es porque los valencianos están acostumbrados, más que a recibir, a ser recibidos. Y eso les hace desvivirse por sus huéspedes. Quieren acoger, seguramente, como a ellos les hubiera gustado ser acogidos.
Desde aquí quiero agradecer a todo el pueblo de Valencíta por el inmenso cariño con el que me han abierto las puertas de sus casas para acogerme como un amigo.
Gracias por todo Valencia del Mombuey.
Febrero 2013 Vísperas del día de Andalucia.
La quietud del tiempo aquí no pasa porque no hay quien lo mueva ya que, los que hacen que el tiempo transcurra son los que vienen y los que se van. Los que transitan. Y en Valencia, como hemos dicho, no es tierra de paso. Hay quien llega y se va. Y también hay quien se queda y echa raíces para siempre.
De hecho, lo mejor de Valencíta son sus gentes. Son hospitalarios. Es una hospitalidad auténtica, y lo es porque los valencianos están acostumbrados, más que a recibir, a ser recibidos. Y eso les hace desvivirse por sus huéspedes. Quieren acoger, seguramente, como a ellos les hubiera gustado ser acogidos.
Desde aquí quiero agradecer a todo el pueblo de Valencíta por el inmenso cariño con el que me han abierto las puertas de sus casas para acogerme como un amigo.
Gracias por todo Valencia del Mombuey.
Febrero 2013 Vísperas del día de Andalucia.
