Aunque ya sé (no quiero que penséis que me creo que soy el único) que vosotros podíais contar muchas historias de la mina, porque el que más y el que menos, ha tenido algún familiar trabajando en ella (no soy yo el único), yo narro mi historia, la que me contaron a mí.
Por eso ésta poesía se la dedico a todas aquellas personas que me contaron las historias que más me impactaron de la mina cuando yo era niño y que sin ellas, no sería posible que yo fuese su portavoz.
POESIA DE LA MINA
Desde niño, y muy pequeño
casi no podía ni andar,
escuchaba con empeño
las historias sin parar.
Siendo niño, y con detalles
me contaban los mayores,
que hubo minas en el Valle
con muchos trabajadores.
Siendo aún niño todavía
me contaron los mineros
uno de ellos fue mi padre
pero el otro fue mi abuelo.
Me contaban que en las minas
hubo muy buenos compañeros,
que trabajaban duramente,
que trabajaban sin consuelo.
Entusiasmado yo escuchaba
esas bonitas historias,
y en mi cabeza daban vueltas
como si fueran una noria.
A mi no me podían ni entrar,
en mi pequeña cabecita
que era ese mineral
y esas piedras tan bonitas.
no solamente escuchaba,
también preguntaba mucho
que era eso que explotaba
y me decían que eran cartuchos,
Cartuchos de dinamita
para excavar las galerías,
y los pozos tan profundos
de los minerales que extraían.
Luego también me contaban
de unos buenos barreneros,
que como nadie manejaban
los martillos y punteros.
Mi mirada fija se clavaba
con mucha concentración,
en la persona que me lo contaba
con tantísima precisión.
Me dijeron que trabajaban
bajo el más violento sol,
cuando mas frío hacía en invierno
y en verano mas calor.
trabajaban sin descanso
y cuando más soplaba el viento,
que se quedaban ya sin fuerzas,
se quedaban sin aliento.
Trabajaban duramente,
con muchísimo furor,
y les corría por la frente
constantemente su sudor.
Yo no entendía entonces
para que trabajar tanto,
porque había solo sufrimiento,
porque solo había llanto.
Poco a poco fui creciendo
y empezaba a comprender,
que había que ganar el sueldo
para pan poder comer.
Que había que buscar mineral
aunque fuese debajo de tierra,
como si fuera un manantial
de agua fresca de la sierra.
Unas piedras eran negras,
negras, duras y pesadas,
otras cristalinas claras
transparentes y rosadas.
A veces uno trabajaba solo,
otros encima de un andamio
para conseguir el bolo
del mineral: wolframio.
Muy temprano en la mañana
y antes de amanecer el día,
se levantaban de la cama
hasta que el sol se desvanecía.
Varias leguas de andar y andar
¡que largo se hacía ese camino!
andando pasito a paso
hasta llegar a su destino,
Que dura era la vida que sufrían
todos aquellos mineros,
que para ganarse el pan tenían
que trabajar el día entero.
Esa fue la vida triste y perra
la que tenían sin control,
depués de pasar una guerra
había que trabajar de sol a sol.
Años después, regresé
a ver las minas nuevamente
y de mi padre me acordé
y lloré amargamente.
Quien pudiera haber estado allí
para ayudar a aquella gente
y haber arrancado la tierra
aunque fuera con los dientes.
Siento una pena tan profunda
que ni remediarlo puedo,
que me llevará hasta tumba
por que yo por ella muero.
Quisiera decir unas palabras
a todos aquellos mineros
quisiera decirles tantas cosas
que me faltaría tiempo.
y por eso sólo digo:
hasta siempre compañeros.
Autor: Andiro7
Por eso ésta poesía se la dedico a todas aquellas personas que me contaron las historias que más me impactaron de la mina cuando yo era niño y que sin ellas, no sería posible que yo fuese su portavoz.
POESIA DE LA MINA
Desde niño, y muy pequeño
casi no podía ni andar,
escuchaba con empeño
las historias sin parar.
Siendo niño, y con detalles
me contaban los mayores,
que hubo minas en el Valle
con muchos trabajadores.
Siendo aún niño todavía
me contaron los mineros
uno de ellos fue mi padre
pero el otro fue mi abuelo.
Me contaban que en las minas
hubo muy buenos compañeros,
que trabajaban duramente,
que trabajaban sin consuelo.
Entusiasmado yo escuchaba
esas bonitas historias,
y en mi cabeza daban vueltas
como si fueran una noria.
A mi no me podían ni entrar,
en mi pequeña cabecita
que era ese mineral
y esas piedras tan bonitas.
no solamente escuchaba,
también preguntaba mucho
que era eso que explotaba
y me decían que eran cartuchos,
Cartuchos de dinamita
para excavar las galerías,
y los pozos tan profundos
de los minerales que extraían.
Luego también me contaban
de unos buenos barreneros,
que como nadie manejaban
los martillos y punteros.
Mi mirada fija se clavaba
con mucha concentración,
en la persona que me lo contaba
con tantísima precisión.
Me dijeron que trabajaban
bajo el más violento sol,
cuando mas frío hacía en invierno
y en verano mas calor.
trabajaban sin descanso
y cuando más soplaba el viento,
que se quedaban ya sin fuerzas,
se quedaban sin aliento.
Trabajaban duramente,
con muchísimo furor,
y les corría por la frente
constantemente su sudor.
Yo no entendía entonces
para que trabajar tanto,
porque había solo sufrimiento,
porque solo había llanto.
Poco a poco fui creciendo
y empezaba a comprender,
que había que ganar el sueldo
para pan poder comer.
Que había que buscar mineral
aunque fuese debajo de tierra,
como si fuera un manantial
de agua fresca de la sierra.
Unas piedras eran negras,
negras, duras y pesadas,
otras cristalinas claras
transparentes y rosadas.
A veces uno trabajaba solo,
otros encima de un andamio
para conseguir el bolo
del mineral: wolframio.
Muy temprano en la mañana
y antes de amanecer el día,
se levantaban de la cama
hasta que el sol se desvanecía.
Varias leguas de andar y andar
¡que largo se hacía ese camino!
andando pasito a paso
hasta llegar a su destino,
Que dura era la vida que sufrían
todos aquellos mineros,
que para ganarse el pan tenían
que trabajar el día entero.
Esa fue la vida triste y perra
la que tenían sin control,
depués de pasar una guerra
había que trabajar de sol a sol.
Años después, regresé
a ver las minas nuevamente
y de mi padre me acordé
y lloré amargamente.
Quien pudiera haber estado allí
para ayudar a aquella gente
y haber arrancado la tierra
aunque fuera con los dientes.
Siento una pena tan profunda
que ni remediarlo puedo,
que me llevará hasta tumba
por que yo por ella muero.
Quisiera decir unas palabras
a todos aquellos mineros
quisiera decirles tantas cosas
que me faltaría tiempo.
y por eso sólo digo:
hasta siempre compañeros.
Autor: Andiro7
Hola Andino7, yo soy uno de esos que tiene muchas historias de la mina pues mis abuelos era el guarda de la mina y vivían allí. Mi tío Ramón era el que llevaba a los mineros en la furgoneta del Valle a la mina y yo pasaba meses enteros en la mina y conocía a todos los trabajadores de la mina que vivían allí. Recuerdo que cuando yo estaba en la mina tenían un profesor para los chavales de los mineros, los sábados a la noche arrancaban el motor y nos juntábamos todas las familias en la casa donde tenían un televisor, las noches de los veranos eran muy alegres pues los mayores ponían las mesas en la calle y a la luz de los carburos se pasaban las horas jugando al dominó.
En la mina fue donde aprendí a nadar, pescar con mi abuela con los esqueros en las corrientes de los arroyos, cuando íbamos por la mañana a verlos recuerdo que cuando había alguna culebra mi abuela la cogía con las manos le hacia un nudo y las tiraba. También fui de caza con mi abuelo alguna vez, llevaba dos o tres cartuchos que los rellenaba él y siempre traía piezas. Cuando empecé yo a ir al Valle a cazar llevaba 50 cartuchos y no cogía ni flores.
Saludos y otro día sigo que tengo que ir a medir (gracias Andino por haberme provocado todos estos recuerdos con tu poesía)
En la mina fue donde aprendí a nadar, pescar con mi abuela con los esqueros en las corrientes de los arroyos, cuando íbamos por la mañana a verlos recuerdo que cuando había alguna culebra mi abuela la cogía con las manos le hacia un nudo y las tiraba. También fui de caza con mi abuelo alguna vez, llevaba dos o tres cartuchos que los rellenaba él y siempre traía piezas. Cuando empecé yo a ir al Valle a cazar llevaba 50 cartuchos y no cogía ni flores.
Saludos y otro día sigo que tengo que ir a medir (gracias Andino por haberme provocado todos estos recuerdos con tu poesía)
Amigo Zamaro.
Me estoy dando cuenta que tú y yo tenemos muchas cosas en común, como se suele decir: “hablamos en el mismo idioma”. Veo que conocíamos muy bien, (como se dice el pueblo), todos esos andurriales. Yo también he pescado alguna que otra vez con esqueros y las culebras y pequeñas tortuguillas (como tú dices) siempre estaba presas en él. A lo mejor no había peces, pero si todo eso.
Y con respecto a lo que me dices de los cartuchos, yo también recuerdo cuando iba con mi padre con un par de cartuchos o tres y no malgastaba ni uno, disparo que hacía, pieza al zurrón.
Recuerdo que una vez cuando yo era niño, estando en el campo a eso de la media tarde, íbamos sin escopeta y vimos dos liebres de monta y él las separó una para cada lado y le pregunté ¿por qué las separas? Y me dijo: luego más tarde venimos a por ellas con la escopeta, y le dije: más tarde ya no estarán aquí, y me dijo: si estarán aquí. Digo: pero si se han ido cada una para un lado, y sonriendo me miró y me dijo: ¿te apuestas algo a que esta tarde matamos a las dos? Y efectivamente, así fue. Nos fuimos al mismo lugar con la escopeta un poco antes de la puesta de sol y poco después de ponerse el sol, me dice mi padre muy bajito: ¡mira!, ¡ya viene una! Y ¡pum! Y la mató. Esperamos otro rato, me dice otra vez: ¡mira!, ¡ya viene la otra! Y otra vez, ¡pum! Y la mató también. Dos cartuchos, dos liebres. Pero cuando más me gustaba verlo, era cuando las mataba cuando iban corriendo y daban la vuelta de campana, como decía él.
En cuanto a la mina, yo no he vivido en ella, pero el los años 50 antes de nacer yo, mi padre, mis tíos muchos amigos de mi padre abajaron en ella y me han contado muchas historias de la mina. Yo he visto hacer cada cosas con la porra a mi padre que yo nunca he sido capaz de hacerlo. Otra cosa que hizo mucho en la mina fue porrear hacia arriba para hacer los techos de la galería. Y eso es más difícil de lo parece. En fin, contaría tantas cosas….
¡Que pena que nos conociésemos tú y yo por aquella fecha! Seguro habríamos hecho buenas amistades.
Un saludo.
Me estoy dando cuenta que tú y yo tenemos muchas cosas en común, como se suele decir: “hablamos en el mismo idioma”. Veo que conocíamos muy bien, (como se dice el pueblo), todos esos andurriales. Yo también he pescado alguna que otra vez con esqueros y las culebras y pequeñas tortuguillas (como tú dices) siempre estaba presas en él. A lo mejor no había peces, pero si todo eso.
Y con respecto a lo que me dices de los cartuchos, yo también recuerdo cuando iba con mi padre con un par de cartuchos o tres y no malgastaba ni uno, disparo que hacía, pieza al zurrón.
Recuerdo que una vez cuando yo era niño, estando en el campo a eso de la media tarde, íbamos sin escopeta y vimos dos liebres de monta y él las separó una para cada lado y le pregunté ¿por qué las separas? Y me dijo: luego más tarde venimos a por ellas con la escopeta, y le dije: más tarde ya no estarán aquí, y me dijo: si estarán aquí. Digo: pero si se han ido cada una para un lado, y sonriendo me miró y me dijo: ¿te apuestas algo a que esta tarde matamos a las dos? Y efectivamente, así fue. Nos fuimos al mismo lugar con la escopeta un poco antes de la puesta de sol y poco después de ponerse el sol, me dice mi padre muy bajito: ¡mira!, ¡ya viene una! Y ¡pum! Y la mató. Esperamos otro rato, me dice otra vez: ¡mira!, ¡ya viene la otra! Y otra vez, ¡pum! Y la mató también. Dos cartuchos, dos liebres. Pero cuando más me gustaba verlo, era cuando las mataba cuando iban corriendo y daban la vuelta de campana, como decía él.
En cuanto a la mina, yo no he vivido en ella, pero el los años 50 antes de nacer yo, mi padre, mis tíos muchos amigos de mi padre abajaron en ella y me han contado muchas historias de la mina. Yo he visto hacer cada cosas con la porra a mi padre que yo nunca he sido capaz de hacerlo. Otra cosa que hizo mucho en la mina fue porrear hacia arriba para hacer los techos de la galería. Y eso es más difícil de lo parece. En fin, contaría tantas cosas….
¡Que pena que nos conociésemos tú y yo por aquella fecha! Seguro habríamos hecho buenas amistades.
Un saludo.