Después de que huyeran los asesinos sin aparentemente ser vistos por nadie, cuando una unidad móvil llegó al lugar de los hechos para socorrerlo, hallaron el cuerpo sin vida del policía municipal tras un montón de ladrillos que había en la calle, malamente acopiados en forma de pirámide y donde había tratado de ocultarse después de intentar abrir la puerta sin éxito y donde permanecía ya completamente sin un hilo de vida. Tumbado boca abajo, con uno de sus brazos formando un ángulo de 90º aproximadamente y apoyando la cabeza en su antebrazo situado entre el suelo de tierra y escombros de la obra y su frente, volviendo la espalda a sus asesinos, tapándose concretamente la zona de sus ojos con su antebrazo, intentando cubrirse, seguramente su rostro en señal de impedirse a sí mismo ver a los que injustamente le quitaban la vida. Se contaron 21 impactos y orificios de bala en todo su cuerpo, (hombros, pecho, espalda, abdomen, brazos y piernas y donde había salpicaduras de sangre por todos lados) todo eso sin saber los órganos que fueron traspasados interiormente. Solo faltó agujerear su cabeza, lo demás era todo un colador. Aquella muerte tan cruel, creó un impacto tan brutal de indignación, coraje y rabia entre los vecinos, que se manifestó todo el barrio pidiendo justicia en repulsa por el injusto asesinato al parecer perpetrado por un grupo terrorista, el cual no es digno de mención.