Efectivamente, se trata de un problema de educación, de respeto a lo ajeno, al patrimonio y a las propias personas. Los pintamonas campan por sus grafitis en todos los sitios y las autoridades o no hacen nada o miran para otro lado. El respeto y la educación se aprende en la
familia y se perfecciona en los
colegios, y a los incumplidores hay que corregirlos con mano dura, no a bofetadas -que alguna que otra no les hubiera venido mal en su momento- pero si con sanciones económicas y prestaciones a
... (ver texto completo)