¡Hola!, buenos días. Digo buenos días porque escribo esta fría mañana de 19 de diciembre en Sevilla. El animarme a escribir en este foro de mi ciudad, a la que acudo con determinada frecuencia, no es por otra cosa que "suscitar el movimiento" del mismo empujado por un amigo, Antonio Cabanillas Acero, ex alcalde de Orellana, quien me habló de esta página y estos foros, y al leer el de Orellana, y ver la cantidad de aportaciones que hay en materia de comentarios e historias, fotografías y demás, pues con sana envidia me dispongo a formar parte de una corriente, que bien de opinión, o de pareceres diversos, con ello contribuyamos al mejor conocimiento de nuestra ciudad y sus gentes.
Asuntos hay miles para tratar, unos más controvertidos que otros, evidentemente, así que esto será lo que nosotros queramos que sea.
Como casi toda mi vida la he pasado en Villanueva, creo que conozco lo suficientemente bien "el patio" como para poder proponer cualquier tema de debate que coadyuve muy diferentes opiniones, y lo primero que se me ocurre, porque es lo que he pensado la última vez que estuve allí, coincidiendo además con mi cumpleaños a finales de octubre, una tarde a las cinco, es que tuve la sensación de estar en un pueblo fantasma. Durante cerca de la hora que estuve en la calle con el siguiente recorrido: calle Viriato, Pasaderas, aire, Parque, San Benito ida y vuelta, Ramón y Cajal, Pasaderas y Viriato, sólo me encontré con una pareja, un matrimonio que paseaba con la misma perplejidad que yo. Parecían de afuera, al menos yo no les conocía ni de vista, y andaban como perdidos en aquellas vacías calles. Nadie a quien preguntar si estaban perdidos. La cuestión es que es esto lo que más me llamó la atención aquel día, como el hecho, la tarde anterior de sábado, de que mi sobrina (15 años) tenga que irse al cine a Don Benito porque la única zona de ocio que tienen es ese centro comercial, Las Cumbres.
Viví mi infancia, juventud, adolescencia y mayoría de edad en Villanueva. La vi crecer y ser el punto de referencia de la comarca, y sin querer suscitar la manida ya rencilla entre Don Benito y Villanueva (siempre he sido partidario, y así lo demostramos en aquella plataforma ciudadana que se creó para la unificación de ambas), he de reconocer que Villanueva decrece, que ha perdido su identidad (esas casas y esas calles de antaño), que no tiene sello propio que la distinga a pesar de que ése pedazo de jugador, Calderón, airee a diario el nombre de Villanueva por los diarios deportivos de todo el mundo.
Villanueva se ve, al menos yo, evidentemente, es mi punto de vista, desangelada, sin carácter, mediocre en su comercio (y por favor que no se me enfaden los comerciantes, lo digo en general en comparación con lo que era y ellos lo saben), nula en su diversión, ni cines ni teatro, ni “Robles” ni “Olimpos” ni nada, referentes antes de media provincia. Huérfana de industrias, carente de personalidad que la defina y lo que es peor, carente de proyecto.
Creo que con lo dicho, el debate se puede suscitar, al igual que otro tipo de aportaciones, yo, en concreto, estaré siempre dispuesto a que lo que se diga y se haga sea por el bien general de Villanueva, no por el interés particular de unos cuantos que la han tomado como su cortijo y “modus vivendi” que les han llevado a “las cumbres” de sus particulares cuentas de resultados.
Asuntos hay miles para tratar, unos más controvertidos que otros, evidentemente, así que esto será lo que nosotros queramos que sea.
Como casi toda mi vida la he pasado en Villanueva, creo que conozco lo suficientemente bien "el patio" como para poder proponer cualquier tema de debate que coadyuve muy diferentes opiniones, y lo primero que se me ocurre, porque es lo que he pensado la última vez que estuve allí, coincidiendo además con mi cumpleaños a finales de octubre, una tarde a las cinco, es que tuve la sensación de estar en un pueblo fantasma. Durante cerca de la hora que estuve en la calle con el siguiente recorrido: calle Viriato, Pasaderas, aire, Parque, San Benito ida y vuelta, Ramón y Cajal, Pasaderas y Viriato, sólo me encontré con una pareja, un matrimonio que paseaba con la misma perplejidad que yo. Parecían de afuera, al menos yo no les conocía ni de vista, y andaban como perdidos en aquellas vacías calles. Nadie a quien preguntar si estaban perdidos. La cuestión es que es esto lo que más me llamó la atención aquel día, como el hecho, la tarde anterior de sábado, de que mi sobrina (15 años) tenga que irse al cine a Don Benito porque la única zona de ocio que tienen es ese centro comercial, Las Cumbres.
Viví mi infancia, juventud, adolescencia y mayoría de edad en Villanueva. La vi crecer y ser el punto de referencia de la comarca, y sin querer suscitar la manida ya rencilla entre Don Benito y Villanueva (siempre he sido partidario, y así lo demostramos en aquella plataforma ciudadana que se creó para la unificación de ambas), he de reconocer que Villanueva decrece, que ha perdido su identidad (esas casas y esas calles de antaño), que no tiene sello propio que la distinga a pesar de que ése pedazo de jugador, Calderón, airee a diario el nombre de Villanueva por los diarios deportivos de todo el mundo.
Villanueva se ve, al menos yo, evidentemente, es mi punto de vista, desangelada, sin carácter, mediocre en su comercio (y por favor que no se me enfaden los comerciantes, lo digo en general en comparación con lo que era y ellos lo saben), nula en su diversión, ni cines ni teatro, ni “Robles” ni “Olimpos” ni nada, referentes antes de media provincia. Huérfana de industrias, carente de personalidad que la defina y lo que es peor, carente de proyecto.
Creo que con lo dicho, el debate se puede suscitar, al igual que otro tipo de aportaciones, yo, en concreto, estaré siempre dispuesto a que lo que se diga y se haga sea por el bien general de Villanueva, no por el interés particular de unos cuantos que la han tomado como su cortijo y “modus vivendi” que les han llevado a “las cumbres” de sus particulares cuentas de resultados.