Asunción Méndez tenía 20 años y estaba embarazada de siete meses el día que vio cómo su padre, de 66, caía abatido a tiros por la Guardia Civil mientras preparaba una caldereta para los dos. Era julio de 1941 y llevaban casi un año escondidos en el
monte. Ella logró agazaparse entre las
piedras y huir a
Valencia, donde dos meses después nació su hijo. Ni a él, ni a los tres que vinieron después, les habló nunca de lo ocurrido. Uno de ellos, Vicente Carsí, de 64 años, pisó ayer, muy emocionado, la
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