Hoy, 14 de agosto, cuanto echo de menos no poder estar ahí en mi
casa y con mi gente.
A estas horas estaría tomándome un café, preparando y dándo el último repaso de plancha a la ropa que nos pondriamos esta tarde y mañana, pensando en empezar los turnos de la ducha, vaya a ser que corten el
agua y alguno se quede a medias, que no sería la primera vez. O mejor, en la
Ermita, tomándome un vaso de limoná y comiéndome un cacho de canelilla para coger fuerza para bajar al
pueblo con nuestra
Virgen ... (ver texto completo)