Desaparecidos los Suárez de Figueroa, el
palacio sufre una larga decadencia siendo dedicado a distintas funciones (cuartel, prisión,
hospital, sede de algunos servicios oficiales,
colegio, instituto de bachillerato,
escuela de
arte y oficios), hasta que en 1965 comienzan las obras para transformarlo en
Parador de Turismo. Este hecho marcó el resurgir del
edificio y a ello tenemos que agradecer que haya llegado hasta nuestros días con todo su esplendor.