Tanto si decides alojarte aquí como si no, entra a su
patio a tomar algo, date un capricho comiendo en su
restaurante y, tras esto, pide que te indiquen cómo subir a la
torre. Allí, viento en el pelo y en la piel, podrás ver los alrededores. A unos 20 kilómetros está la pequeña localidad de
Feria, en un alto, orgullosa y aislada, y que da nombre al ducado.