Cuando alcanzaron el título de Condes de
Feria, en 1460, mostraba ya cierto aire
monumental: se habían levantado el alcázar señorial, junto a la
muralla, y cerca el
Monasterio de
Santa Clara, como panteón del linaje. Siendo duques, desde 1567, los Suárez de Figueroa buscaron convertirla en una villa ducal
reflejo de su poder y magnificencia. El alcázar se reconvierte en un
palacio, se concluye la
iglesia mayor que se eleva a Colegial Insigne y se determina la división entre las
plazas Grande y Chica.