La ciudad es hermosa en su alcázar y en sus
palacios,
plazas,
iglesias y
calles populares. Cuando acaba el
verano,
Zafra huele a jazmín. Y por la
noche, paseando por las calles blancas y solitarias de la parte vieja, uno entiende por qué la llaman
Sevilla la Chica desde el siglo XVIII. Aunque el sobrenombre le quita personalidad. Zafra es Zafra, a lo grande y a lo chico. Zafra es esa ciudad donde hay 25
bares instalados en
edificios históricos, donde las calles estrechas cercanas a la
Puerta de Jerez, las más antiguas del lugar, invitan a perderse en un laberinto blanco y acogedor.