Una parte sustancial de la clausura monástica está ocupada por el
Museo Santa Clara: desde la
iglesia y sacristía a la enfermería nueva y a una serie de espacios de tránsito que permiten dar a conocer la grada, una celda y el
claustro. Espacios todos, construidos entre los siglos XV y XVII, sin los que el visitante difícilmente podría hacerse una idea de lo que es un
convento desde el punto de vista material.