La crisis vivida hasta la época visigoda (s. s. V-VIII) se refleja en una ruralización del territorio y de los asentamientos
romanos preexistentes que dependen política y económicamente de Mérida. Los musulmanes volverán a utilizar los pasos y
vías abiertos por los romanos, que recuperarán sus señas de identidad como comunicaciones comerciales y sobre todo
militares.