Es agradable pasear y ver las
calles casi vacías, sobre todo cuando estamos acostumbrados a ir solo en
verano y que esté todo lleno.
Se puede contemplar mucho mejor todas las maravillas que tiene
acebo, que son muchas, y se respira una paz, y una tranquilidad, aunque a mi acebo me gusta de todas las maneras, con azúcar y con sal.