"DESPUES de una larga etapa de silencio obligada por la dictadura y tras 30 años de autonomía regional, el extremeño sigue marginado esperando un reconocimiento de nuestras leyes, instituciones y dirigentes que permanecen dormidos ante la progresiva desaparición de la lengua madre de Extremadura. Ha tenido que ser la Unesco quien reconozca el extremeño como una lengua en peligro de extinción que a pesar de todos los palos recibidos, aún sigue viva."