a mi maestro extremeño
Por maestro, por “padre”, por amigo,
te dedico este lírico homenaje:
un poema compuesto con bagaje
de recuerdos, vivencias... que bendigo.
Me sembraste, maestro, la semilla
del cultivo ideal, que es la cultura,
en parcelas mentales con ternura,
con el lápiz, la goma, la cartilla...
Dirigiste mis pasos inmaduros
por las sendas angostas de las frases
y, al compás de tus pasos y tus clases,
fui ganando horizontes más seguros.
te dedico este lírico homenaje:
un poema compuesto con bagaje
de recuerdos, vivencias... que bendigo.
Me sembraste, maestro, la semilla
del cultivo ideal, que es la cultura,
en parcelas mentales con ternura,
con el lápiz, la goma, la cartilla...
Dirigiste mis pasos inmaduros
por las sendas angostas de las frases
y, al compás de tus pasos y tus clases,
fui ganando horizontes más seguros.
Me enseñaste a soñar con otros mundos
más allá de costumbres y rutinas
y a volar tal las leves golondrinas
por azules celestes más profundos.
Me alumbraste –tal faro- mi sendero
en la noche sin luna de mi infancia;
disipaste mis sombras de ignorancia
con la luz de tu espíritu sincero.
Me rompiste en pedazos la pereza
- telaraña en las mentes infantiles -;
deshilaste los hilos tan sutiles
de la venda interior de mi cabeza.
más allá de costumbres y rutinas
y a volar tal las leves golondrinas
por azules celestes más profundos.
Me alumbraste –tal faro- mi sendero
en la noche sin luna de mi infancia;
disipaste mis sombras de ignorancia
con la luz de tu espíritu sincero.
Me rompiste en pedazos la pereza
- telaraña en las mentes infantiles -;
deshilaste los hilos tan sutiles
de la venda interior de mi cabeza.
Resolviste las dudas, los problemas
que cubrían mi vida de ceniza;
con la nívea blancura de tu tiza,
me pusiste en claro mis dilemas.
Tú le diste a mi vida otro sentido
más ameno, más pleno, más sublime
y mi pluma, maestro, te redime
de las sombras voraces del olvido.
A tan alta labor, qué bajo precio;
tu sudor interior no ve el ingrato
y te paga tu esfuerzo tan barato
por cosecha invisible para el necio...
Tu recuerdo indeleble va conmigo
como un grato e ingrávido bagaje
y estos versos son lírico homenaje
al maestro y al padre y al amigo.
que cubrían mi vida de ceniza;
con la nívea blancura de tu tiza,
me pusiste en claro mis dilemas.
Tú le diste a mi vida otro sentido
más ameno, más pleno, más sublime
y mi pluma, maestro, te redime
de las sombras voraces del olvido.
A tan alta labor, qué bajo precio;
tu sudor interior no ve el ingrato
y te paga tu esfuerzo tan barato
por cosecha invisible para el necio...
Tu recuerdo indeleble va conmigo
como un grato e ingrávido bagaje
y estos versos son lírico homenaje
al maestro y al padre y al amigo.