Se acercan los Reyes Magos, con su lento pero inexorable andar, llegan en momentos de zozobra y desilusión, pero solo con oir su nombre algo se activa y todo se llena de magia y expectación. Me vienen a la memoria, con fuerza y cargados de nostalgia, aquellos maravillosos momentos de la infancia, donde no dormíamos, nerviosos ante los regalos futúros, aquella emoción indescriptible junto con mis hermanas cuando por fin teniamos en las manos, ellas sus muñecas y carritos y yo aquel maravilloso jeep de la segunda guerra mundial que lanzaba cohetes y que mi padre en un descuido se había sentado encima y estropeó una rueda, pero no importaba, le pusimos una de corcho y aquello me tubo entretenido meses. Que se quiten los móviles, los videojuegos, los PCs y las zapatillas de marca de ahora, y volvamos a recuperar la explosión de alegría de antes, ante lo excepcional de regalarnos algo durante el año por lo limitado del presupuesto de nuestros padres. Que este año los Magos de Oriente vengan supercargados de todo lo que habeis pedido o soñado. Buenas noches Alagón donde quiera que estéis.
¡Cuántos recuerdos y cuánta alegría! El día de Reyes, mejor dicho, la noche de Reyes, era para nosotros lo máximo del año. ¡Cuáta razón tienes, amigo! Pero ahora, qué ha ocurrido? Muy simple. La poca imaginación de las generaciones pasadas, ya que hoy día los niños tienen de todo. No sabemos qué pedir a los reyes y acabamos por pedir dinero. Y claro, como los reyes no disponían de tanto efectivo.... pues su yerno, el Urdazarín, se lo proporcionaba de buena gana. Al fin y al cabo era para buenas obras (las de su palacete en Barcelona)
En fin, sed buenos y que los reyes o sus familiares os traigan lo que deseáis.
Buenos días Alagón, donde quiera que esteis.
En fin, sed buenos y que los reyes o sus familiares os traigan lo que deseáis.
Buenos días Alagón, donde quiera que esteis.
Que no! El que tiene es, entre otras cosas, porque no da. Y menos aún quien conjuga el verbo Urdir.