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La ignorancia es un claro precursor de la confianza, mientras que el conocimiento genera grandes dudas. A su vez, la incultura saca el lado amargo de la sinrazón. Si adherimos unas gotas de odio, una pizca de envidia, y un puñado de pasos militares, la fuerza se abre paso y el intelecto muere. Palabras como las de Florentino certifican que en España, aún sólo podamos esperar campeones en cualquier cosa, menos en ganar el Nobel… Te recomiendo una larga lista de profesiones antes que meterte a filósofo, sociólogo o intelectual (Woody Allen puede enseñarte algunas), y si no, siempre puedes amarte a ti mismo.