Construido en el 103 d. C. por el arquitecto Cayo Julio Lacer, el mismo que construyó el
puente romano. El motivo de su construcción responde a una ofrenda que debía hacerse a Trajano y a los dioses de Roma. Su arquitecto fue enterrado en el templo, cuya tumba aún se conserva en su interior. Fue convertido en
capilla de
San Julián en 1169 por Fernando II.