La
iglesia parroquial, lugar de enterramiento de numerosos miembros de la Orden de
Alcántara, tiene notables transformaciones en los siglos XVI y XVII, en las que intervienen artífices de la talla de Martín de Elordieta, Pedro de Ibarra o Juan Bravo, el cual ejecuta planos de Francisco de Mora.
El estado actual del templo es resultado de las reformas llevadas a cabo en el siglo XVIII por el arquitecto Manuel de Churriguera.
El testero muestra sus líneas renacentistas pero el
retablo principal es barroco.
En la iglesia pueden contemplarse un
Cristo Yacente atribuido a Martínez Montañés y una talla de Sebastián de Paz de 1639, así como el sepulcro del Maestre Yáñez de la Barbuda y la
pila bautismal donde fue bautizado
San Pedro de Alcántara.