Bonita la plaza, pero falta aquel escuálido caño donde bebíamos cuando ábamos a comprar cacahuates donde tía Marí la del Pollo, donde Daniel, bajo los portales o donde tía Colasa. El agua era buena y no nos hacíamos problema si era potable o no y nadie se ponía enfermo. De arroyos, fuentes, gabias o pozos se podía beber y todos contentos aquellos días calurosos de agosto.