En 1958, cuando sali de Almoharin para no volver, ya era un hermoso paseo este de la fotografia - no recuerdo que fueran eucaliptos -; a mi me pareció siempre la entrada al paraiso que anunciaba mi pueblo y sus gentes; y, entonces, allí yo era feliz. Por este camino llevamos a mi querida abuela Rosa en su último paseo; y a la sombra de ellos, mi familia y yo llorábamos en silencio. Almoharin era entonces gris; gris como era el color de toda España; en una posguerra dura que forzó a muchos de los paisanos a buscar la vida en otras partes. Me alegra ahora tanto ver a los jóvenes de Almoharin tan buenos mozos y mozas, alegres y cantando y bailando; tan saludables... Que cuando pienso que me sacaron del pueblo con 7 años; y que desde entonces ya no he vuelto a ser feliz. Me temo mucho que alguien me ha estafado y que me ha robado vivir toda mi vida en el pueblo donde naci con mi familia, mis parientes y mis vecinos.