Construcción de los siglos XVII y XVIII de estilo barroco. Su origen parece estar en un primitivo templo paleocristiano que existiría en este lugar, aunque actualmente sólo quedan restos de edificación del siglo XVI.
Está construida en honor a la
Virgen de la Luz, Patrona de Arroyo, cuyo culto se remonta a los asentamientos
romanos y visigodos que existían en la dehesa.
La
Ermita, junto con la anterior imagen de la Virgen, fue destruida en 1808 por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia; y es en 1814 cuando se talla la actual imagen de la Virgen y se reconstruye la ermita.
“Otra leyenda, o
tradición, que explica la fundación de la ermita y la devoción a la Virgen de la Luz de distinta manera es la del Conde Pelagio. Es en el siglo VI. Dominan en
España los visigodos. Eran arrianos. Una herejía que negaba la divinidad de Jesucristo, y por lo tanto, la maternidad divina de María.
El Conde, fiero él, se enamoró perdidamente de una linda pastorcita, creyente ella, muy cristiana y fervorosa. Pelagio se llamaba el Conde, Leticia la pastorcita. A las reiteradas pretensiones amorosas del Conde se opone la hermosa pastorcita alegando: No me casaré jamás con un hombre no católico. Yo amo a María la Virgen y a Jesús. El conde,
enfurecido por la negativa, mandó encarcelar a Leticia y a toda su
familia.
En los calabozos del
castillo rezaba la bella pastorcita. El segundo día de Pascua los criados del Conde irrumpieron en su presencia para decirle asombrados: ¡Señor!, el rebaño de Leticia, la pastorcita prisionera es cuidado por una anciana llamada María que ha devuelto la vista al ciego escudero Sixto. Y más dijeron al conde: Que cuando fueron a
detener a la anciana para traerla al castillo, les había sido imposible hacerlo porque sus pies se habían quedado clavados en el suelo junto a una encina. Al mismo tiempo decía la anciana: Arrepentidos los quiere Jesús. Decid al Conde que si no da libertad a Leticia y su familia se quedará ciego hasta que, arrepentido, se haga creyente.
Enfureciéndose luego el Conde y, en su ira, quiso matar a Leticia, a su familia, a la anciana María y al rebaño. Y, al instante, Pelagio quedó ciego, según la profecía. Sumido en la oscuridad de la ceguera, cayó de rodillas penitente el Conde, y, clamando en alta voz, decía: ¡Señor, perdón, creo en Ti! Recobró la vista, convertido, y dio la libertad
a Leticia y a su familia. Aceptó la pastora los amores del Conde y se casaron junto a la encina sagrada donde habían visto los criados a la anciana María. Y sobre la encina, apareció una señora muy bella y resplandeciente que les dijo:
¡Seguid siendo buenos cristianos! ¡La religión de Jesús os salvará! La anciana María soy yo. Seré vuestra luz en las tinieblas. Yo seré vuestra Patrona. Yo seré vuestra Virgen de la Luz y os protegeré en las desgracias”.