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BRONCO: Hola que tar estamos aquejados yo de cancer operado...

El Curandero del Casar de Palomero.

A los curanderos se les atribuye el don de la curación, basados en sabidurías ancestrales. Han estado siempre presentes en la vida social y religiosa de los pueblos haciendo la labor de médicos, especialmente cuando la medicina no estaba desarrollada.

El más popular de toda la provincia de Cáceres, fue “Don Tomas”, que por los años 30/50, fue famoso curandero de El Casar de Palomero, cuyo recuerdo vive todavía en la memoria de las personas mayores, tanto de EL BRONCO, como de las localidades de la zona, pues fueron bastantes las que acudieron a su “consulta”, bien como enfermoso y/o lo más frecuente, acompañando a sus familiares, quienes que dan fe, de que fuera por sugestión u otras causas, lograba curaciones sorprendentes.

Debido a la aglomeración de enfermos, que llegaban de diferentes lugares de España y extranjero, los domingos los atendía en las afuera del pueblo a la sombra de una higuera; los demás días, en los soportales de su casa; durante una época que estuvo perseguido, también lo hacía en “El Puerto del Gamo”. “Don Tomás”, una vez “adivinado” el mal que aquejaba al paciente, les llenaba el recipiente que les hacía traer, con agua de la fuente del pueblo, en la que echaba unas gotas, de un líquido misterioso elaborado a base de hierbas, cuyas virtudes, según decía, llegó a conocer durante la Guerra de Cuba, donde estuvo como soldado sanitario.

En los pueblos aledaños era conocido por el “tío tirara” y en los más alejados, por “el soldaino”. Era de baja estatura y aspecto desagradable, que llevaba una vida humilde, amargado de no poder curar a su único hijo, que sufría demencia, lo que le obligaba a mantenerlo encerrado (algunos dicen encadenado), en una habitación de la casa. Solía vestir mal, usando para curar un amplio y raído chaquetón con grandes bolsillos, donde llevaba los frascos de los milagrosos “medicamentos”.

Aunque cobraba la sólo la voluntad, llegó acumular en su casa grandes cantidades de dinero; tanto que a su muerte comentan, se llenaron siete baúles de billetes y diez colleras de monedas; que en aquel tiempo era una inmensa fortuna, dinero que la mayor parte “desapareció”?.

Cuentan que pronosticó que el día de su muerte, cantarían infinidad de grillos, cumpliéndose su vaticinio, ya que en 1957, cuando falleció a los 86 años, dichos insectos no pararon de cantar en toda la noche, pese a ser en el mes de marzo, época no propicia para ello.

Este personaje fue conocido, admirado y respetado, contribuyendo a difundir el nombre de su pueblo, al que llegaban muchas personas que aportaban beneficios a los distintos establecimientos comerciales; motivo por el cual el Ayuntamiento, con buen criterio, acordó se colocara su estatua en la población, pero por no se que razones, después de elaborada, está guardada en un almacén, sin conocerse que harán con ella.

Actualmente en el pueblo como única referencia, existe un bar con el nombre de “El Curandero”, y en su recuerdo unos versos o coplillas que terminan así:

“”Al cielo se marchó un día,
las flores se marchitaron
los grillos por él llorando
y al Casar nadie venía.
Adiós, Don Tomas,
hijo insigne del Casar,
te robaron tu dinero no
tu forma de curar.””

Mi opinión es que los pueblos, deben honrar la memoria de sus personajes que forman parte de su historia.
Saludos

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