(PARTE SEGUNDA).- Centrándonos sobre el trabajo de proveerse de
agua, cada mujer se dirigía a la
Fuente Castillo, con uno o dos cántaros y la caldereta de sacar el agua. Si era
invierno no había problema, era llegar y llenar los cántaros tan rápido como fueran capaces de sacarla, pero en
verano era otra cosa, sobre todo cuanto éste iba ya avanzado y todo se secaba con el fuego del sol, pues en aquella
solana y a esas alturas, se percibe tanto calor que hace pensar que el infierno no debe andar muy
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