CABAÑAS DEL CASTILLO: (SEGUNDA PARTE COMENTARIO LA CAZA…..) Estos affaires...

(SEGUNDA PARTE COMENTARIO LA CAZA…..) Estos affaires cinegéticos también originaban situaciones curiosas, pues si ya de por sí el mismo hecho del ejercicio de la caza es suficiente para originar chistes y anécdotas entre unos y otros participantes, éstas pueden verse reforzadas si tenemos en cuenta que en los años a que nos estamos refiriendo, y que fueron los años dorados de este hermoso arte, -principalmente está en la década de los cuarenta y cincuenta-, época que por otro lado coincidía con la “movida” maqui, bastante acentuada por todas las sierras de Las Villuercas, lo que hacía que hubiera continuamente guardias civiles por toda la zona. De hecho en Cabañas, como en otras poblaciones, tenían una pequeña base desde la cual salían para realizar sus servicios y operaciones y, por tanto, era normal que unas veces anduvieran juntos y otras revueltos, cuando no corriendo unos tras otros, aunque no siempre en la misma dirección. En aquellos años la misión fundamental de la Guardia Civil no era precisamente la vigilancia de la caza, ni siquiera la Ley que la regulaba tenía nada que ver con la actual. No obstante sus miembros no podían soslayar categóricamente dicho cometido, pero a la vez no dejaban de entender que, al igual que los demás habitante de Cabañas ellos también tenían que comer y aportar algo de vez en cuando a las familias que con mucha frecuencia los acogían en sus casas repartiendo con ellos lo que había o casi no había, por lo que en alguna ocasión unos y otros participaban en las aventuras cinegéticas, si bien, eran guardias civiles y a veces hicieron correr a algún que otro cazador, unas veces en serio y otras en bromas, pues no faltó ocasión en que alguien cruzara apuestas para ver si tal o cual guardia que presumía de correr mucho, era capaz o no de coger a un determinado cazador. No se tiene noticia que jamás cogieran a ninguno por pies, lo que es lógico si tenemos en cuenta que éstos eran hombres de montaña y conocedores del terreno palmo a palmo, por lo que cuando los guardias, a punto del soponcio tras las carreras realizadas, regresaban al pueblo encontraban a los cazadores vestidos con la ropa de los domingos, camisa blanca y sombrero nuevo incluido, jugando una partida de cartas en la taberna, como si no hubieran salido de allí en todo el día. Tras la risa de los apostantes y el cachondeo general de todos los parroquianos, terminaban dando cuenta de alguna botella de vino mientras la tabernera los aderezaba los conejos con patatas y en la mejor armonía daban cuenta de ellos.
Hubo muchas anécdotas, pero una que merece ser reflejada por lo inusual, se dio en la modalidad de “la espera”. Como su nombre indica, “la espera”, consiste en que el cazador oculto en un lugar determinado espera que llegue la presa y se ponga a tiro para abatirla. Puede aplicarse a caza mayor y menor. En este caso concreto se trataba de “la espera” en verano, a las liebres. En los meses de agosto y septiembre cuando quedaba poca o ningún agua en los campos, sólo se podía beber en las escasas fuentes que no llegaban a secarse, lugar donde por la noche iban a saciar la sed las liebres. En una finca que sostiene un inmenso encinar situada frente a Cabañas, hacia el Este, llamada Valdeposadas, había una fuente que no se secaba del todo y muy próxima a ella una encina, lugar ideal para subirse a esperar a las liebres sin que éstas detectaran al cazador. Esta modalidad sólo se podía practicar las noches en que había luna llena y se podía distinguir la pieza y también el cañón del arma, al cual para reforzar su visibilidad y poder enfilar a la liebre, se le pegaba envuelto junto a la boca de fuego un papel de fumar que hacía de/o reforzaba el punto de mira. Una de estas noches salió un cazador de Cabañas a la hora debida para estar junto a la fuente al terminar de pardear; se subió en la encina de la espera cuyo troncón se dividía en dos ramas avanzando por una de ellas, a cuyo final se colocó divisando perfectamente la fuente. Nada más terminar de colocarse, alguien que ya estaba en la otra rama y a quién él no había visto dada la oscuridad, le dijo: -“Ya somos dos”. El recién llegado conoció perfectamente a quien le hablaba, era un guardia civil, era el guardia civil Breñas, de Malpartida de Cáceres, que estaba destacado en Cabañas desde hacía mucho tiempo por la cuestión maqui, por lo que trató de bajar rápidamente de la encina para salir “por patas” y a más velocidad que la liebre que pensaba cazar, pero el guardia le calmo y le dijo que se estuviera quieto pues de lo contrario se caería o espantaría la caza. Así que aquella noche la espera se hizo en pareja. Al cazador que le ocurrió este caso murió hace algunos años, a los noventa y tantos, por ello y en su recuerdo se dirá su nombre. Se llamaba el tío Lorenzo, una persona extraordinaria, trabajador incansable y muy fino con la escopeta. Cuando transcurridos muchos, muchos años, recordaba el hecho solía decir: -“ ¡chacho, qué susto me llevé!. Cómo iba yo a pensar que encima de la encina había un guardia civil y además mi escopeta que tenía menos papeles que las liebres que iban a la fuente… pero el hombre se portó bien. Llevaba entre nosotros mucho tiempo y era querido en el pueblo y muy aficionado a la caza”… y se quedaba pensando con la vista perdida en las enormes fincas donde en su momento había puesto su listón a buena altura. Su frase favorita cada vez que hablaba de la caza, era: -“El que quiera comer chicha fresca, que apunte bien y tire cerca”. En fin, cosas normales tratadas con la normalidad debida en una época que no era demasiado normal, pero era como era y así se aceptaba.
A partir de los primeros años de los sesenta la cuestión cinegética cambio radicalmente. Ya no se salía al campo por necesidad y para cazar sólo lo que se necesitaba y porque se necesitaba. La caza perdió su auténtico sentido, pero a alguien se le ocurrió que si ya no era un arte podía llamarla deporte (son los sarcasmos de la vida, pues eso y solo eso es matar animales por diversión, entretenimiento o negocio y encima llamarlo deporte).