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CABAÑAS DEL CASTILLO: (PARTE II DEL COMENTARIO “CAMINOS, CORREOS Y TELÉFONOS”)....

(PARTE II DEL COMENTARIO “CAMINOS, CORREOS Y TELÉFONOS”).
Juntas, el de Las Corchas, el de La Vega y el del puente de El Conde, todos ellos en ruinas. Es indudable que nuestros antepasados aprovechaban al máximo la energía de la que disponían.
Estas comunicaciones terrestres fueron las únicas que unieron a Cabañas con sus alrededores desde su fundación poco después de la mitad de la Edad Media –entre los años 1100 y 1200-. (Debe entenderse al decir fundación el momento en que pasa a manos de los españoles, o cristianos si así se quiere expresar, pues es indudable que debió existir desde bastante tiempo antes al abrigo del castillo árabe, como mínimo desde que éste comenzó a construirse, y bajo la dominación de éstos), permaneciendo las mismas en el estado reflejado durante toda la Edad Moderna hasta el primer tercio del siglo pasado, -unos 700/800 años-, en que se construyó el primer camino vecinal que partiendo de Berzocana pasaba por Solana y transcurría por debajo de Cabañas, a un kilómetro aproximadamente, terminando en la dehesa de San Gregorio, unos dos kilómetros más adelante, junto a la ermita del mismo nombre, el que recibe del patrón del pueblo al que cobija en su interior.
Esta estrecha y deficiente carretera sólo resultaba útil para dirigirse hacia Solana, el resto de las comunicaciones siguieron igual hasta que al final de los años cincuenta se prolongó este camino vecinal hasta Retamosa, del cual, pasado el río Almonte, por su derecha salia el que uniría a Roturas y Navezuelas. Todos ellos de tierra y piedra no fueron asfaltados hasta bien entrados los años setenta, en que también se construyó un ramal que subió hasta la misma población de Cabañas a través de una calle que sólo era camino de herradura. Ello supuso que, al fin, pudieran los vehículos subir hasta la misma población, pues anteriormente ese kilómetro que había hasta llegar al camino vecinal (actualmente es el que une el Puerto de Miravete, o sea los túneles de la Autovía de Extremadura, con Cañamero y precisamente en estas fechas se está terminando su mejora de trazado y asfaltado), era problemático ante casos de urgencia. Como ejemplo se señala que durante los años sesenta se presentaron en Cabañas un caso de peritonitis y otro de apendicitis; dado que ambas personas que lo sufrían debían ser intervenidas quirúrgicamente, los vecinos se vieron obligados a transportarlos en una talanquera de madera de las utilizadas para hacer el vallado donde duermen ovejas y/o cabras, colocando sobre la misma un colchón y usándola a guisa de camilla. Una vez en el camino vecinal pudieron ser transportados en un vehículo hasta la Residencia Sanitaria –hoy Hospital San Pedro de Alcántara- de Cáceres, donde fueron intervenidos y, afortunadamente a pesar de las penalidades y tardanza del traslado, salvados. Uno de ellos terminó en la Guardia Civil y el otro en la Policía Nacional, quien sabe si en estas vivencias propias bajo condiciones tan difíciles, sus subconscientes captaron lo importante, y a veces trascendental, que es la ayuda entre las personas, y por eso eligieron profesiones de ayuda y servicio a la sociedad.
Por otro lado, una vez construida la red de carreteras con categoría de caminos vecinales, o sea la carretera más estrecha, -4 mts.-, que existen como tal en España, el autobús o coche de línea más próximo a Cabañas llegaba sólo hasta Retamosa, lugar al que había que ir y regresar andando para utilizarlo, o sea unos cinco kilómetros a través de riberos de jarales y caminos llenos de polvo o barro para tomar el autobús, y ello en invierno y en verano, de día y de noche, con frío y con calor. También tenían que desplazarse hasta Retamosa para el mismo fin los habitantes de Roturas. Los de Solana solían hacerlo a Berzocana, por cuestión de proximidad, no obstante había 7 kilómetros de distancia. Al día de hoy no es imaginable que estas situaciones puedan darse en ningún lugar de una nación desarrollada, pero lo cierto es que en Cabañas terminó hace muy escasos años –exactamente en la década pasada-, al circular diariamente un coche de línea por el mismo pueblo.
Hasta el año 1958, tal vez 1959, la única forma que tenían los habitantes de Cabañas del Castillo de transmitir o recibir noticias a distancia era a través del servicio de Correos. Todas las mañanas salía un correo-cartero, pues además de transportar la correspondencia también la repartía por los pueblos a sus destinatarios, -el tío Atilano, al que ya se ha referenciado en otros comentarios-, en burro o mulo hacia Retamosa, donde entregaba y recogía la correspondencia en su enlace con el coche de línea, el que la llevaba hasta Navalmoral de la Mata. Acto seguido se dirigía a Roturas y al caer la tarde regresaba a Cabañas, para repetir al día siguiente el mismo recorrido. También todas las mañanas salía otro correo-cartero desde Cabañas que pasaba por Solana y llegaba hasta Berzocana, donde enlazaba con el que hacía el servicio hasta Logrosán. Este correo si un día se hizo sobre caballería, desde la primera mitad del siglo pasado se hizo, primero en bicicleta, luego en motocicleta y por último en turismo, pues era un correo de enlace motorizado, que se llamaba, por lo que Correos subvencionaba la utilización de los vehículos. Regresaba hacia el mediodía a Cabañas para repetir diariamente el mismo recorrido.
A partir de los años citados al comienzo del párrafo anterior, la Compañía Telefónica Nacional de España, hoy Telefónica, tendió sus líneas por los pueblos más pequeños de Las Villuercas que aún no lo tenían, colocando en Cabañas como cabeza de municipio una centralita en el edificio que había albergado la antigua escuela, la cual estaba atendida por una familia formada por un matrimonio y sus tres hijos. Poco después de instalarla la Telefónica decidió trasladarla a Retamosa por haber un número más elevado de usuarios del servicio y dejar en Cabañas un teléfono. Los vecinos de Cabañas trataron de oponerse pero Telefónica recurrió a la Guardia Civil y, ante la presencia de una pareja, los operarios hicieron su trabajo sin problema alguno, dejando en Cabañas un solo teléfono, desde el que sus habitantes podían hablar y recibir llamadas, siempre a través del correspondiente “Aviso de Conferencia”. Es de suponer que haya muchas personas que sepan lo que era un “Aviso de Conferencia”, no así las más jóvenes, incluso muchas de mediana edad, por tanto se dirá en qué consistía, solamente para establecer la diferencia que había entre las comunicaciones telefónicas a través de aquellos sistemas y lo que es hoy hacer la misma operación a través del móvil que todos llevamos en el bolsillo.
Dado que las explicaciones técnicas se entienden peor que un simple ejemplo utilizaremos éste para mejor comprensión: Supongamos que el señor X, de Cabañas, quería hablar con la señora Z que estaba viviendo en Sabadell, Barcelona. Llegado el señor X al teléfono decía a la telefonista que deseaba poner un “Aviso de Conferencia” con Sabadell, para el día siguiente; por ejemplo a las 11’00 horas, facilitando acto seguido el nombre y dirección de la señora Z. A continuación la telefonista descolgaba el auricular presionando la horquilla de sujetarla con los dedos, de aquella especie de caja pegada a la pared con dos enormes campanas de timbres en la parte superior y comenzaba a girar una pequeña manivela para llamar a la central de zona, en este caso puede –casi con total seguridad- que fuera Logrosán, y lo hacía con un determinado número de llamadas para lo que paraba de vez en cuando de forma rítmica la manivela, pues había un código convenido. Por ejemplo: una llamada continua era para Retamosa, dos llamadas seguidas para Berzocana, tres llamadas consecutivas para la central de Logrosán, y para usted de contar porque no había más códigos ni posibilidades de otras comunicaciones desde aquel teléfono. Una vez que Logrosán contestaba, que solía hacerlo si la línea estaba bien y no había otros problemas técnicos, participaba a la telefonista de esta población que quería un “Aviso de Conferencia” para Sabadell para el día siguiente a las 11’00 horas, por lo que la telefonista de la central de zona tomaba los datos, quien a su vez transmitía la petición a la central provincial, en Cáceres, telefonistas que a su vez lo transmitían a Madrid, desde aquí a Barcelona y las telefonistas de esta capital lo participaban a Sabadell. Recibida la petición en el teléfono de Sabadell se escribían los datos de la señora Z, en especial su dirección, en un formato al efecto –eran de color amarillo-, y se llevaba en mano al interesado, o sea la señora Z. Una vez leído por ésta se enteraba que el señor X, de Cabañas, quería hablar con ella por teléfono al día siguiente a las 11’00 horas, por lo que ella debería..../......