Desarrolló verticalmente su urbanismo, desde un breve cerro en el que se fundó, en tiempos
medievales, el primer núcleo poblacional La Aldea. Luego fue descendiendo por las laderas hasta detenerse en los altos bordes del
Jerte, límite natural del
caserío. Éste resulta muy pintoresco, con
calles repinadas,
vías laberínticas, callejones umbríos (calleja de la Cárcel o el Portal Viejo) que evocan su diseño
medieval.