Pues esto mismo hacíamos los niños de mi pueblo que se llama Deza hasta que un niño de nueve años que iba a hacer la comunión esa misma semana y era hijo de un guardia primera del cuartel de mi pueblo, se cayó cuando iba agarrado y lo mató un camión. Desde entonces se perdió radicalmente la mala costumbre de engancharse en la trasera de los coches y camiones. Antes había pasado algún pequeño incidente sin mas consecuencias; pero a partir de ahora se puso punto y final. Así que mucho ojo y a no hacer trastadas de estas que pueden resultar muy caras. A mi me gustaba mucho hacer esto; pero comprendí con el ejemplo que es cosa sumamente peligrosa. Un abrazo.