Viva la virgen del encinar, viva ceclavin vivan las ceclavineras y los ceclavineros, viva el pozo de la plaza, viva la churreria que hubo en la plaza donde hoy hay una tienda de recuerdos de ceclavin, en ceramica; hay estaba la churreria de la marceliana, mi abuala, quisiera ser un gigante para darle un abrazo a la torre del reloj de la plaza donde tantas veces he saltado los ¡¡¡pareones! y que tantas veces me he caido, viva la borrasca, y el resucitado.